«Cuando al fin llega el momento de unirse a la hora suprema de la pasión del Señor, la persona consagrada sabe que el Padre está llevando a cumplimiento en ella el misterioso proceso de formación iniciado tiempo atrás. La muerte será entonces esperada y preparada como acto de amor supremo y de entrega total de sí mismo»

(Vita Consecrata, 70)

«Ha de cuidarse de modo especial el momento de la “pascua” personal del legionario, culmen de la experiencia consagrada, en que se consuma el don de sí y el abandono definitivo en los brazos del Padre. Lejos de apartar la muerte de la experiencia de los legionarios, como hace la cultura actual, es preciso aprovecharla como vivencia que da sabiduría al corazón y pone ante los ojos de todos el comienzo de la vida eterna de un hombre que un día entregó a Cristo su vida temporal para trabajar por su Reino»

Constituciones de la Legión de Cristo, n. 912.

Misa de exequias del P. Jorge Enrique Esquivel, LC (5 de enero de 2020 )